Carolina Martínez
Katia Weissberg, en su artículo Los caminos del
dolor, retoma a Piera Aulagnier, la cual menciona que el proceso de apropiación
de las sensaciones por parte del sujeto se inicia a partir de un momento
de identificación entre madre y niño, que se da por vía de la emoción.
Entendida como expresión de los afectos, como la "manifestación subjetiva
de los movimientos de investiduras libidinales", la emoción tiene un valor
privilegiado en la construcción del cuerpo psíquico del niño y de sus afectos
porque se transmite de cuerpo a cuerpo; las emociones maternas percibidas por
el niño a partir de sus manifestaciones orgánicas constituyen su fundamento
psíquico.
Si
bien es cierto que la figura de la madre será una parte importante en la
constitución subjetiva del bebé, también tendrá que pensarse la forma en que la
figura del padre empieza a hacer su aparición, y cómo es que la madre le abre
el paso al mismo, para que empiece a tomar su lugar; ya que dependiendo de su
propia historia, fantasmas, la relación con su propio padre y madre, entre
otras cosas, la nueva madre le irá dando un lugar al padre, y ello impactará
sobre el lugar que el propio hijo le vaya dando a este.
Todo
lo anterior lo planteo, para cuestionar el impacto que tendrá en la
constitución subjetiva, el que la madre, no le dé un lugar a la figura del
padre, y con ello, ella abarque de manera “omnipotente”, toda la atención del
hijo.
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