sábado, 4 de agosto de 2012

¿Violencia en el psicoanálisis?


                                                                                                                                       Carolina Martínez

Retomo a Silvia Bleichmar, para replantear la concepción de la violencia dentro del psicoanálisis,  la cual plantea:

“La violencia no es un concepto psicoanalítico. Conceptos psicoanalíticos son agresividad y sadismo; yo trato además de incluir la crueldad, que es la relación entre agresividad y sadismo. Me parece que la violencia es un concepto de origen sociológico que ha tomando la psiquiatría. En este sentido, yo no hago un descarte absoluto de la violencia, sino que marco la forma de la violencia destructiva, porque vemos una sociedad silenciosamente violenta, con la fantasía de pasivización absoluta. Las formas de la desubjetivización actuales son silenciosamente violentas y se expresan fundamentalmente en la marginación y la indiferencia. La indiferencia siempre ha sido generadora de violencia, la cual es valida en muchos casos. Los autistas salen, a veces, del cuadro de autismo con berrinches espantosos; y son acciones violentas necesarias. Lo mismo ocurre, a veces, con las sociedades. El problema que se presenta es cuál es el destino de esto: si el destino de la vivencia del autista va a ser encerrarlo y doparlo, o si va a empezar a pensar que hay un sujeto que empieza a conectarse con el exterior y que ha salido del encapsulamiento en el que estaba”.

Retomo a Bleichmar, para detenernos a pensar, la sociedad en el momento actual, la cual en muchos momentos tiende a presentarse como una “sociedad dopada” a múltiples cosas, no solo desde el aumento en consumo de drogas químicas, sino principalmente a las que si bien no estarían dentro del ámbito de lo químico (como drogas “legales e ilegales”), juegan su función de “droga”, al situarse como algo que necesita ese sujeto para poder vivir, y más contemplando los efectos de un capitalismo avasallador, en donde el sujeto tiende a ser borrado, y su deseo a ser sustituido por un sinfín de aspectos materiales, dando la falsa esperanza de sentirse pleno, o feliz, en el mejor de los casos. 

Es como si los medios de la actualidad, nos platearan siempre múltiples panaceas, para sentirnos “felices”, como si hubiera una fórmula exacta para alcanzar la “felicidad”, y con ello el sujeto se perdiera una y otra vez, en una espiral sin fin, entre lo material y lo más mundano.  Hasta dónde las sociedades actuales, son muy “creativas” en ir generando nuevos mecanismos para borrar al sujeto, lo cual entre uno de los efectos que llega a generar ello, es la producción de nuevos autómatas que no se cuestionen su deseo, y a la vez no deseen tener un contacto desde lo real, con la sociedad en la que con-vive, encerrándose con esto en un “mundo virtual”, que como en el caso del autista, en ocasiones puede llegar a generar la fantasía de sentirse conectado con los otros, cuando termina irónicamente, estando más alejado de ellos.



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